NUESTRO MAYOR DESAFÍO: "Anunciar a Jesucristo y la gloria del Padre, proclamando el evangelio de la gloria de Cristo. Clamar por un irrumpimiento de la plenitud del poder de Dios en las naciones para que muchas personas lleguen al conocimiento y gozo en Dios a través de Jesucristo. Dar a conocer la presencia y la gloria de Dios, promoviendo la adoración y pasión por Dios como la compasión por los débiles. ”.
sábado, 25 de septiembre de 2010
MI RESPIRAR – Louie Giglio.
¿Dónde adoras? ¿Por qué es importante la adoración? No desperdicies tu adoración. La Guerra por tu Adoración. Ten Cuidado con lo que Eliges
¿DÓNDE ADORAS?
Adoras cada día, todo el día, en cada lugar. Es lo que haces, es lo que eres.
Para algunos, es la oficina. Para otros, el espejo. "¡Cuando tú sigues el rastro de tu tiempo, tu energía, tu afecto y tu dinero", dice Louie Giglio, "encuentras un trono. Y lo que sea o quien sea que esté en ese trono es el objeto de tu adoración!"
Inhala el aire fresco de esta adoración eterna, y aprende a entregar toda tu vida al Único digno de ella.
Es posible que no te consideres la clase de persona que “adora”, pero no puedes sino adorar…algo. Para eso existes.
Si por alguna razón eligieras no darle a Dios lo que Él desea, de todas maneras adorarás…solo cambiando al Creador por algo que Él ha creado.
Piensa sencillamente de esta manera. La adoración se trata de VALOR. La adoración es nuestra respuesta a lo que más VALORAMOS.
Aquello que adoramos quizá sea una relación, un sueño, una posición, una condición social, algo de nuestra propiedad, un hombre, un empleo, algún tipo de placer. Le llames como le llames, esta “cosa” es lo que has incluido en tu corazón que es lo que tiene más valor para ti. Y lo que sea que tiene más valor para ti, es lo que adoras.
La adoración es en esencia, declarar lo que más valoramos. Como resultado, la adoración se convierte en la fuerza motriz de todo lo que hacemos. Nos referimos a todas las personas del planeta. Una multitud de almas que proclaman con cada aliento lo que es digno de su afecto, de su fidelidad. Proclamando a cada paso que adoran.
Algunos dirán que no son “religiosos”. Sin embargo, todo el mundo tiene un altar. Y todo altar tiene un trono. Es fácil, solo sigue el rastro de tu tiempo, tu afecto, tu energía, tu dinero, tu fidelidad. Al final del sendero encontrarás un trono; y lo que sea, o quien sea que esté en ese trono, es lo que más valoras. En ese trono está lo que adoras.
Es posible que digamos que valoramos esta o aquella cosa más que cualquier otra, pero el volumen de nuestras acciones habla más alto que nuestras palabras. Al final, nuestra adoración es más sobre lo que hacemos que lo que decimos.
No solo todo el mundo adora, sino que siempre adora porque la adoración es la actividad del alma humana. La adoración sucede en todas partes y durante todo el día, ahora mismo , a lo largo y ancho de tu ciudad, de tu nación, en toda la tierra.
Algunas de las formas más puras de adoración se encuentran fuera de las paredes de los templos. Todo lo que tienes que hacer es ir a un concierto en un teatro de la localidad o asistir a un partido de algún deporte en un estadio cercano para ver adoración maravillosa. La gente va por eso: Levantan las manos, gritan con gozo, reclaman sus derechos, se paran admirados, declaran fidelidad. Es impresionante que estos lugares estén llenos de las mismas formas de adoración mencionadas en las páginas de las Escrituras, las mismas expresiones de adoración que Dios desea.
Si lo piensas con seriedad, la historia no ha conocido escasez de adoración. La vida de la humanidad está llena de billones de pequeños ídolos. Toda cultura, en cada rincón de la tierra, de todas las edades ha tenido sus dioses. La pregunta es: ¿Por qué? ¿Por qué ansiamos algo para adorar? La razón es que fuimos diseñados para eso. Nos hicieron para Dios.
La Biblia dice de esta manera: Todas las cosas fueron creadas por medio de Él; y todas las cosas se hicieron para Él. (Colosenses 1:16)
Dios te creó y como si fuera poco, te creó para Él. Como resultado, existe un radiocompás interno remachado en lo más hondo de tu alma que ansía de forma perpetua a su Hacedor. Un imán interno dirigido hacia Dios, halando tu ser hacia Él. Es por eso que salimos del vientre equipados para la conectividad con Dios pre conectados para la adoración. Y es por eso que, desde la más temprana edad, comenzamos a adorar.
¿Por qué es importante la adoración?
La adoración debe importarte sencillamente porque le importa a Dios. Porque la adoración no comienza con nosotros. La adoración comienza y termina con Dios. Él está por encima de todos los pequeños dioses que nosotros hacemos en la tierra. Sólo Él es el creador, el sustentador, el autor, el dador de la vida. El hacedor de la belleza.
Sal 19:1-4 Los cielos cuentan la gloria* de Dios, y el firmamento declara que Dios lo ha creado. Un día le cuenta a otro este mensaje, y cada noche a la siguiente. No se escucha lenguaje ni palabras, ni emiten una voz que podamos oír. Sin embargo, su voz atraviesa el mundo entero, sus palabras llegan al último rincón de la tierra.
Dios sabe quién es Él. Sabe lo que vale. Y sabe que nos hizo para su gloria.
No desperdicies tu adoración.
Nos crearon para adorar. Es por eso que tú y yo vamos a pasar nuestras vidas declarando el valor de algo. Como resultado tenemos que cerciorarnos que lo que declaramos ser del mayor valor, después de todo, es digno de verdad.
Es esencial que encuentres a Dios digno de la devoción de tu vida. Solo tienes una vida. Y sólo tienes una vida de adoración. Tienes una breve oportunidad en el tiempo para declarar tu fidelidad, para liberar tu afecto, para exaltar algo o alguien por encima de todo lo demás.
No desperdicies tu adoración en algún pequeño dios, desperdiciando tu derecho de nacimiento en ídolos hechos solo con la imaginación humana. Protege tu adoración y evalúa con cuidado a todos los consumidores potenciales. Lo que queremos decir es que cuando elevamos cualquiera cosa creada o imaginada al lugar más alto en nuestros corazones en lugar de Dios, hemos ido demasiado lejos.
Este aparte, por Rob Bell El segundo mandamiento dice: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza”. En el antiguo Cercano Oriente, los pueblos conceptualizaban sus muchos dioses utilizando imágenes. Se hacían estatuas, tallas, ídolos y representaciones físicas de los seres divinos que, según creían, controlaban su destino. Una estatua o una talla le daban forma, tamaño y profundidad a lo divino. Un ídolo le ayudaba a la gente a comprender quién y cómo era su dios.
Pero el verdadero Dios es diferente. Este Dios invita a las personas a convertirse en sacerdotes, en imagen y semejanza suya para mostrarle al mundo cómo es Dios A TRAVÉS DE SUS VIDAS. Este Dios no precisa de imágenes de madera, ni de piedra, ni de mármol, porque este Dios tiene un pueblo, este Dios está buscando un cuerpo, este Dios está buscando verdaderos adoradores. Este aparte, por Rob Bell
¡Grande es el Señor y digno de suprema alabanza, más temible que todos los dioses¡ Todos los dioses de las naciones no son nada, pero el Señor ha creado los cielos. Él esplendor y la majestad son sus heraldos; hay poder y belleza en su santuario. (Salmo 96: 4-6)
La Guerra por tu Adoración.
Cada día hay una batalla por tu adoración. Las cosas que elevamos. Los valores que servimos. Ninguna de esas elecciones se hace al vacío. Hay una guerra apasionada por nuestra adoración, y ha estado apasionada desde antes que existiera el tiempo.
Aún antes que existiera el tiempo, antes que se formara la tierra, uno de los ángeles más elevados de Dios salió como un rayo de su presencia, negándose a unirse a las filas de los verdaderos adoradores, rehusando exaltar a Dios por sobre todo.
La historia bíblica registra que en un instante Satanás cayó como un relámpago del cielo. Exaltándose más que Dios, a este ser le prohibieron la entrada a la presencia de Dios, sin embargo como estuvo en esa presencia, sabe que Dios es el centro de todo en el universo y digno de toda alabanza.
Aún así, debido al orgullo, no podía inclinarse. Estimulado por el ego, lidera una banda de hermanos caídos, esparciendo su insurrección a tantos como le es posible.
Ahí es donde entramos nosotros.
¿Cómo Satanás promueve hoy su rebelión contra Dios? Al competir con su supremacía a través de toda la tierra, liderando un género traidor a fin de cambiar “la verdad de Dios por la mentira” y adorar y servir “a los seres creados antes que al creador, quien es bendito por siempre”. Satanás no puede permitir que se realice la adoración, sino que engañará a cualquiera que se lo permita, llevándolos a pozos secos y a dioses insignificantes.
¿Sabes que es lo que Dios más desea de ti? Es la única cosa que ninguna otra persona en la tierra le puede dar: TU AFECTO. Sin embargo, al igual que Dios ansía tu amor, hay un enemigo que procura robarlo. Aquello por lo que compite el mundo y el enemigo es POR TU AFECTO hacia Dios.
1Jn 2:15-17 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
A estas alturas, quizá te digas: “Yo no inicié esta guerra de adoración, y no me interesa participar en ella. Solo quiero vivir mi vida, tomar mis decisiones, hacer mis cosas.
Esa, sin embargo, no es una opción. Nuestras vidas son un préstamo de Dios, un sagrado fideicomiso de oportunidades y decisiones. Y cada una de nuestras elecciones se hace en el campo de batalla con ramificaciones celestiales.
La Última Tentación
Mientras Jesús llegaba al final de su ayuno de 40 días, Jesús estaba agotado físicamente, pero bien cortante en lo espiritual. El enemigo, sin duda viendo que Jesús se sentía cansado, se le acercó con tres fortísimas tentaciones.
Tu recuerdas las primera: Si tienes hambre, convierte estas piedras en pan.
Y la segunda: Si eres el Hijo de Dios, salta de lo alto del templo. Estoy seguro que tu Padre, te atrapará mucho antes de que caigas a tierra.
Entonces, observa la última tentación. Fue un intento de prevalecer sobre la adoración a Cristo. Satanás le ofreció a Jesús todos los reinos de la tierra si Jesús se inclinaba y le adoraba. ¿En qué pensaba Satanás? Pedirle al Hijo de Dios que se inclinara y adorara a un tonto exiliado del cielo, alguien destinado a morir, alguien desterrado a un futuro eterno vacío de la belleza de los sonidos de los ángeles…¡Hablando de ser engañado¡
Escucha la respuesta de Jesús: Escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solo a ÉL”.
Tu adoración le importa a Dios, si no fuera así, a Satanás no le importaba robársela.
Ten Cuidado con lo que Eliges
Hay otra razón por la que la adoración debe importarte de verdad: Cualquier cosa que adores, en eso te conviertes. Aquello que adoras finalmente será lo que imites, cualquier cosa que imites, en eso te conviertes.
En otras palabras, cualquier cosa que valores más al final determinará lo que eres.
Si adoras el dinero, te volverás codicioso en tu corazón. Si adoras algún hábito pecaminoso, ese mismo pecado atrapará tu alma y envenenará tu carácter hasta la muerte. Si adoras las cosas materiales, tu vida se volverá material, vacía de significado eterno. Si das toda tu alabanza al dios “YO” te convertirás en un diosillo decepcionante tanto para ti como para todos los que confían en ti.
Escucha al salmista:
Sal 115:1-8 Señor, nosotros no merecemos recibir ningún honor; todos los honores deben ser para ti. Sólo tú debes recibir la gloria por tu fiel amor y lealtad. ¿Por qué tiene que preguntarnos la gente de otros pueblos: «¿Dónde está su Dios?» ¡Nuestro Dios está en el cielo y hace todo lo que le viene en gana! Los ídolos de esas naciones son oro y plata, productos hechos por manos humanas.
Tienen boca, pero no pueden hablar; tienen ojos, pero no pueden ver. Tienen oídos, pero no pueden oír; tienen nariz, pero no pueden oler. Tienen manos, pero no pueden tocar; tienen pies, pero no pueden caminar. No sale sonido alguno de su garganta. Así quedarán como esos ídolos los que los hacen y los que creen en ellos.
Semejantes a ellos son sus hacedores, y todos los que confían en ellos.
Dicho de una manera sencilla: Nos convertimos en lo que adoramos. Si no te gusta la forma que estás adoptando, haz un pequeño inventario de las cosas en el trono de tu corazón.
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