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sábado, 21 de agosto de 2010

EL ORGULLO DEL HOMBRE CONTRA LA GLORIA DE DIOS - Notas de Arthur Burt (Último sobreviviente del avivamiento de Gales)


* El único oro que hay en mi vida es lo que hago para LA GLORIA DE DIOS. No es lo que "hago" sino el "por qué lo hago".
* Pro 16:5 Abominación es a Jehová todo altivo de corazón; Ciertamente no quedará impune. (Abominación: Hb. toebá= repugnante, asqueroso, abominable, ídolo).
* El orgullo en la vida del adorador es como el mal aliento, todo e mundo se da cuenta que hiedes en tu orgullo menos tú.
* 1Pe 5:5 Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes. 1Pe 5:6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;
* Humillarse no es una virtud, es un deber y obligación del adorador.
* 2Cr 26:16 Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso.
* Alguien dijo que Dios no pudo haber matado a UZA solo por sostener el Arca. ¿Será que UZA se había familiarizado tanto con las cosas de Dios que le metió la mano a las cosas de Dios como si fuera "alguien"? ¿Será que UZA trató de sostener algo que Dios quería tumbar?.
* Qué significa SU GLORIA? EL CRÉDITO QUE MERECE SU NOMBRE.
* LA VERDAD es la gloria de Dios, no la gloria del hombre. Lo contrario de LA VERDAD es el orgullo y la soberbia del hombre.

* El joyero que encuentra la perla de gran precio desaloja y limpia todo su mostrador. ¿Dije todo? Sólo hay una cosa que permite en su estante. Es una cajita negra. Es bien probable que no valga ni siquiera un dólar americano. Pero la deja en el estante porque no distrae, no atrae. En realidad, como fondo, realza la perla de gran precio y así, entonces, pone la perla de gran precio en la cajita negra.

Y esto coincide con la declaración de la Escritura: "Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro [¿Por qué y para qué?] para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no [no, no, NO] de nosotros" (2 Cor 4.7 NVI).

Dios es celoso (Dt 4.24; 5.9) y vale la pena recordar que uno de sus muchos nombres es Celoso (Éx 34.14). Ahora bien, Él es correcto en su celo. Todos los demás son incorrectos en sus celos; en cambio Dios es recto. ¡El celo de Dios trata con aquello que en forma total y absoluta le pertenece exclusivamente a Él! Además, el celo humano se relaciona con lo que le pertenece a otro.

El orgullo es un sustituto para la gracia porque no reconoce lo que ha recibido por gracia. El orgullo cree que merece lo que Dios ha dado, y de este modo se exalta por encima de Dios (cree que es Dios) y viene a ser enemigo del Señor. Esto enfatiza la importancia de ser ordinario.

* ¿Cuántos de nosotros no hemos actuado como importantes, vestido como importantes, hablado como importantes y pretendido ser importantes, sobre la base de querer vendernos y exaltarnos ante los ojos humanos?

Es bueno recordar las palabras que Samuel le dirigió a Saúl: "...aunque eras pequeño a tus propios ojos..." (1 Sam 15.17 BDLA). ¿Cómo se ve usted? ¿Se ve como algo de mucha importancia o qué?

Dios hace mucho con poco, hace lo máximo con lo mínimo y hace todo con nada. ¿Dónde está el hombre que se ve como nada? El hombre que es poco ante sus propios ojos, tiene un Dios grande.

* Aquí está este hombre, ordinario como el Maestro, heraldo pero sin que toque trompeta sobre sí mismo. Le preguntaron: "¿Quién dices que eres? ¿De dónde vienes" y apenas declara lo ordinario que es.

"¿Qué dices acerca de ti?" y responde: "Es necesario que Él crezca y que yo disminuya" (Jn 3.30 RV-95). "Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, de quien no soy digno de desatar la correa del calzado" (Jn 1.27 RV). "Una voz. Esa es la importancia que tengo. He venido a proclamar y a servir de heraldo a Otro. Vine a declarar a Otro." Y este Juan el Bautista. Bastante ordinario. Nada acerca de sí mismo, sino todo para decir acerca de Jesús el Señor, el que vendría.

* Viví por una temporada con un hombre ordinario que todos piensan que fue extraordinario. Su nombre: Smith Wigglesworth. Se han escrito libros acerca de este hombre maravilloso. Pero, ¿es esa la verdad? ¿Hay hombres maravillosos? ¿O sólo hay Uno que es maravilloso? Y su nombre es Jesús.

* Bueno, la gloria de Dios no exige gente maravillosa, sino todo lo contrario, lo opuesto. Pide que quienes sean ordinarios reconozcan cuán ordinarios son, a fin de que en ellos pueda habitar y permanecer la Verdad, que es la gloria de Dios.

* El Señor hace cosas sorprendentes con insignificantes "ningunos" ó "don nadie"

* Orgullo. ¡El enemigo de la gloria de Dios!

Sigamos con este tema de ser ordinario que, en realidad, significa estar en la verdad. Porque la verdad es esta, soy ordinario. Soy, justo en el sentido aceptado y común, normal. Todavía no he llegado, pero ya me fui.
¿Me permiten ofrecer una alternativa para explicar porqué tenemos tan poco cuando Dios nos ha prometido mucho? Muy bien, soy cristiano desde hace más de 70 años. He hecho todo lo que se conoce y se ha establecido. Oré toda una noche. Ayuné de alimentos, espejo, nadar, y de muchas otras cosas. Pero todavía enfrento un punto, esta pregunta, ¿por qué tenemos tan poco? ¿Por qué la bolsa tiene agujeros? El Señor Jesús habla acerca de sufrimiento.

Sufrimiento. A medida que seguimos, ¿puedo decir esto? Porque no podemos sufrir lo que no tenemos. Este punto está envuelto en una frase que repito con frecuencia. "Si usted lo puede manejar, lo tiene; si no lo tiene, no lo puede manejar." Esa es la verdad simple y elemental. ¿Quién le daría a un niño de diez años el privilegio y la responsabilidad de sentarse en el puesto del chofer y manejar el timón de un automóvil? El niño se podría matar o matar a otros.

¿Puedo ofrecer esto? La respuesta viene a lo largo de la línea de ser ordinario y tener la verdad de ser ordinario. Todos son ordinarios, ya sea que lo crean o no. Pero, ¿cuántos creen que son en realidad ordinarios y traicionan ese hecho al intentar y anhelar ser extraordinarios? Todos buscamos aumentar mucho más que el asunto de disminuir. Sin embargo, Juan el Bautista dijo así: "Es necesario que él crezca, y que yo disminuya" (Jn 3.30 RV-95). Esto lo vio Juan el Bautista.

Dios es celoso y justo en su celo. No dará el crédito o la gloria a otro (Is 42.8). Hay evidencias muy fuertes acerca del celo de Dios. De Él son todas las cosas. Todas las cosas son de Él (Rom 11.36). Todos buscamos dejar de ser ordinarios. ¡Pero usted es ordinario, lo crea o no! Ahora bien, esta condenable actitud que Dios aborrece, el orgullo, la gloria del hombre, busca combatir la gloria de Dios.

El orgullo es enemigo de la gloria de Dios.
¡Es la rebeldía de la criatura contra el Creador! El orgullo encorseta la carne como aquellas mujeres que usan un corsé o una faja para aparentar lo que no son. El corsé empuja la carne hacia adentro, como en los días de la Reina Victoria cuando las damas lo empleaban.
Las señoras ricas ponían a su criada detrás para que les apretara las cintas al corsé. La sirvienta, con su rodilla en la espalda de la señora, ajustaba las cuerdas hasta darle a la dama una cintura como avispa. ¿Podría esto explicar la razón de los continuos desmayos de las damas victorianas? Es bien probable que sí. El corsé hacía entrar la carne; era un engaño. Las mujeres aparentaban ser más delgadas y frágiles. Hay una imitación que corresponde a esto dondequiera que el orgullo oculta la carne en el interior, para que parezca que no está allí.

Pero el orgullo es un monstruo de muchas cabezas. No es tan sólo como un corsé, es también como un globo. Si consigue su propósito, el orgullo inflará una cosa mucho más allá de lo que debería ser. ¿Qué pasa cuando el globo de un niño se infla al máximo? No cede y la boquilla del extremo no se puede atar para que se mantenga el aire. Éste, entonces, se escapa ¡shuuus! O si se puede amarrar, no basta sino la punta más delicada y…¡buuum, explota!

Bueno, hemos visto desaparecer a muchos. El orgullo o mantiene la carne adentro o la sopla. Varía entre hincharse o aplastarse. Si no puedo ser el héroe, todo está bien, entonces seré el villano. Pero no debo ser ordinario. Cualquier cosa que suceda, no debo estar en esa posición donde nadie nota, donde nadie se da cuenta…pasan por mi vitrina de exposición y ni siquiera miran. Mi orgullo exige que usted se detenga y me compre algo.

Note los medios que por lo común son evidencias de las ínfulas o de la vanidad de los seres humanos. Quizá no siempre pero pueden ser criaderos para el orgullo. Aretes, pelucas, anillos, tupés, cadenas, pendientes, pulseras, esclavas, sostenes, brazaletes. No todas estas cosas o todo el tiempo, pero muchas, y más, son la evidencia exterior de una condición interna que explica y soporta el deseo de ser notados. Se magnifican a sí mismos en el modo de andar, en la forma en que hablan o cómo visten. Todos estos elementos pueden ser pruebas de una cosa, orgullo.

“Quiero que sepa que no soy ordinario.” Me gusta dar a conocer mi propia dignidad con mis grados: MA, BA, DD, XYZ; todo lo que usted desee. Quiero que conozca usted mi título “‘Yo’ soy Pastor.” “‘Yo’ soy Profeta.” “‘Yo’ soy Evangelista.” “‘Yo’ soy Apóstol.” ¡Soberbia!


*LA META DEFINITIVA Y ÚLTIMA DE LA VIDA:
En un partido de fútbol, el gol es el objetivo. Finalmente no importa cuán bonito sea el equipo y cuán maravilloso espectáculo haga en el campo; lo definitivo es el gol. No el trabajo en conjunto, aunque pueda ser muy bonito o a pesar de que sea muy vistoso, pero ¿anotó goles? Esto es lo último, el gol. Y el resultado es cuántos goles se hayan marcado.

“¡Oh, el trabajo fue lindo! Usted debería haber visto cuán artístico…” Sin embargo, eso no interesa; a usted no se le ha puesto allí para montar un espectáculo. Usted está allí para marcar goles. Y así como pasa en el campo natural, lo mismo debe ser en el campo espiritual.

¿Cuál es el objetivo de Dios? Su gloria, la gloria de Dios. Y, ¿con qué se relaciona la gloria de Dios? Con que yo sea ordinario. ¡Con mi ordinariez!

Ciertamente nos es indispensable ver que esto busca producir el divino Director Técnico. Nada de charlas, nada de palabras, nada de espectáculos; tan sólo goles bien marcados.

Y el gol decisivo, la meta final consiste en que el crédito, la gloria, sea para Dios. Nada más, pero tampoco nada menos, porque todo lo que sobra es simple desperdicio. “…tuyo es el reino, y el poder, y la gloria…” (Mt 6.13 RV). Esa es la meta definitiva y última de la vida.

* TODOS SOMOS ORDINARIOS:
¡Si no tengo bien definida mi ordinariez, si no sé cuán ordinario soy, toco la gloria de Dios y entonces Él me toca! En su celo, no dará la gloria, el crédito, a otro. El poder divino solamente está salvo y seguro con y en lo ordinario.

Pero el ordinario debe reconocer cuán ordinario es. Todos somos ordinarios, todos somos vasijas de barro. Pero, ¿cuántos reconocen que el tesoro que se halla en el interior no es mío ni de nosotros? Este es el gran peligro. Este es el punto en que dejo de ser mayordomo, en que suspendo mis funciones de administrador. “…tuyo es el reino, y el poder, y la gloria…” (Mt 6.13 RV). El tesoro no es, no es, nuestro. Todos somos ordinarios. Pero, ¿lo creo?

* HUMILLANDONOS ANTE LA VERDAD:
Cuando usted tiene conciencia de su ordinariez, sin duda alguna se ve obligado a esperar. Si no tiene carro, espera el bus, espera el tren, o espera que un amigo le dé un aventón. Los individuos importantes aborrecen tener que esperar. También aborrecen que se les mantenga en espera. Usted debe esperarlos. “Pero los que esperan en el Señor, renovarán sus fuerzas…” (Is 40.31 BDLA). En cambio, siempre la gente ordinaria debe esperar.

Sólo los vehículos importantes, de emergencia, como el carro de bomberos, las ambulancias o la policía no tienen que esperar las luces del tráfico. ¿Acaso corro ante Dios? Porque soy ordinario debo aguardar el avión. A la hora fijada…Espero…Cálmese (véanse Gén 21.2; Is 40.31; Sal 46.10). Dios me reprende una y otra vez cuando dice: “Si no me consultas, me insultas.”

El regreso a mi primogenitura es humillarme ante la verdad que soy ordinario. El hombre normal de Dios, nuestro Señor Jesucristo declaró esta verdad: “No puedo yo hacer nada por mí mismo…” (Jn 5.30 RV). Qué ordinario. Cuán inútil. ¡Qué incapaz! Es el hombre más negativo que jamás existió, ¡pero ahora se convierte en el hombre más positivo que jamás haya habido!

Después de declarar que no puede hacer nada, entonces hace todo. Calma la tormenta. Resucita los muertos. Sana los enfermos. Convierte el agua en vino. Cuando alimenta la multitud con casi nada, cinco panes y dos peces, hay mucho más cuando termina que cuando comenzó.

¿Qué significa Él? “Nada puedo hacer.” Pero eso mismo lo califica, “No puedo yo hacer nada por mí mismo…” (Jn 5.30 RV). Luego, con toda calma declara: “…El Padre que vive en mí, es el que hace sus propias obras” (Jn 14.10 VP). ¿Creo esto? ¿Cree usted esto? Todo cuanto Jesús hizo, Jesús nunca lo hizo. La gloria es de Dios.

SI USTED ESTÁ LLENO DE EGOÍSMO, DIOS NO TIENE ESPACIO EN USTED.

SI USTED ES DEMASIADO GRANDE PARA SER DIRIGIDO, USTED ES MUY PEQUEÑO PARA DIRIGIR.

Arthur Burt (Inglaterra – www.arthurburt.com) – Tomado de How To Be Ordinary

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