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viernes, 7 de noviembre de 2008

LA VOCACIÓN

Qué es Vocación:
Es la inclinación natural de una persona por un arte o un oficio (Diccionario Larousse).

Vocación es ir río arriba (Como el Salmón), es buscar un espacio para generar vida, es colectiva, la vocación viene de Dios y es para Dios.

LA VIDA DEL SALMÓN
¿Habéis visto alguna vez a los salmones saltando río arriba? Realizan un viaje contracorriente increíble, que todavía no es demasiado comprendido por los científicos.
El salmón nace en río y permanece en agua dulce mientras es alevín. Cuando llega a su juventud, baja hasta el mar, donde vive y llega a su madurez.
Cuando se acerca la época de la reproducción, emprende el camino de vuelta, volviendo exactamente al lugar donde nació. Es un viaje muy duro. Centenares de kilómetros, llenos de dificultades, de rápidos y cascadas. Tiene que liberarse de las plantas acuáticas que lo tratan de retener. ¡Y si sólo fuera eso! Lo peor es que el salmón se encuentra en el río a muchos peces, compañeros, que se dejan arrastrar por la corriente y que le dicen:
— Ven con nosotros. En el mar se está muy bien. ¿Qué quieres hacer allá arriba? Y otros le
gritan:
— ¡No subas más arriba: hay peces que atacan! Y así es. Mirando hacia adelante, el salmón
puede ver cómo hay salmones heridos por las mordeduras.Entonces comienza a dudar y
piensa:
— No puedo más. Me quedaré a descansar un rato allí, donde parece que el agua se remansa.
Ya continuaré cuando haya recuperado las fuerzas. Pero, al mismo tiempo, escucha una voz
interior que le empuja:
— Salmón, ¡no te dejes llevar por lo fácil! ¡Continúa tu viaje con los compañeros que luchan a tu
lado! O sigues río arriba o la corriente te arrastrará hacia abajo. No hay otra alternativa: ¡O río
arriba o hacia el mar!
Parece que los salmones no comen nada, una vez que han comenzado su ascensión, río
arriba. Sólo el instinto les da fuerzas para luchar contra la corriente.
No todos llegan a la meta: muchos mueren exhaustos durante su titánico viaje. Al llegar al lugar
de su nacimiento, las hembras ponen los huevos y los machos los fertilizan. Ya pueden,
agotados, morir: ellos sí que han sido fecundos.

Los salmones han sobrevivido de esta manera por miles de años, y aún son, por unos días, los reyes del río. Yo creo que es porque no son egoístas. Cada salmón que nace y finalmente vuelve a su río de nacimiento, sabe que su vida culmina al final de su viaje corriente arriba. No les importa. No tienen intereses personales. Sólo saben que es lo que necesita su especie para perpetuarse. Al subir el río y llegar a desovar les dan a sus descendientes la posibilidad de vivir en un ambiente rico en nutrientes. Ellos saben que al morir, sus cuerpos alimentan el lecho con su organismo. Eso fomenta la vida de muchas otras especies, de las que finalmente, sus descendientes dependerán. No hay ejemplo más loable que el del salmón".


Probabilidades de Supervivencia
Los datos científicos disponibles actualmente sugieren los siguientes promedios: 8.000 huevos producen 4.500 alevines (1.8 cms), los que resultan en 650 "fry" (7.5 cms), que a su vez se convierten en 200 "parr" (18 a 25 cms), de los que crecen 50 "smolts" (25 cms en adelante), de los cuales solo 2 llegan a ser adultos que desovarán (Entre 3.6 y 18 Kg de peso).
Dios nos puso aquí para crecer como individuos y como comunidad en armonía con el mundo que nos rodea. No para hacer "de las nuestras" a costa de todo lo que nos rodea.

En realidad, la palabra VOCACIÓN proviene del latín: VOCARE, que significa (llamado, llamar o gritar), sirve para invocar, llamar o nombrar a una persona o cosa personificada. Sentir la vocación equivale a decir que Dios me está llamando. De otra manera no tiene sentido.

En el latín existen seis casos para determinar la función de una palabra en una oración (Nominativo – Acusativo – Genitivo – Dativo – Ablativo y Vocativo)
La palabra “Vocación” corresponde al caso Vocativo del Latín, entonces, en el caso de la raíz VOCARE, decimos que alguien halla su vocación cuando es llamado por Dios, específicamente POR SU NOMBRE, es decir, una persona es interpelada, es solicitada, es intimada, es requerida por Dios para que diga o haga alguna cosa y esta persona dice o hace tal y como Dios le ha mandado.

Desde esta perspectiva, algo que aparece como esencial al concepto de vocación, es la idea del «llamado» (vox: voz; vocatio: llamado; vocare: llamar). Esta idea está en el centro mismo del análisis de la vocación.

Así, por el hecho de ser concebida, como llamada, evoca al mismo tiempo el concepto de «diálogo», en cuanto que supone alguien que llama y otro que responde y, por lo mismo, encuentro o relación interpersonal. Quien llama es, naturalmente, Dios; quien responde al llamado es el hombre.
La vocación también tiene que ver con una solicitud de Dios para que la persona de explicaciones sobre determinado suceso en que de alguna manera haya intervenido.

La verdadera vocación, cuando está bien orientada, tiende al servicio y al amor del prójimo.
Descubrir nuestra vocación es llevar la mitad del camino andado.
La Respuesta del hombre:
Podemos decir que la vida entera la vamos a entender como una «VOCACIÓN», como un llamamiento de Dios que siempre anda en búsqueda del hombre.

La iniciativa y el llamado es de Dios, la respuesta es nuestra, pero EL nos ayuda a responder. La vocación es dinámica y creativa, siempre. No basta responder de una vez por todas. Su llamado es un diálogo continuo con la respuesta del hombre.

DINÁMICA.
Veamos cual es la distinción que existe entre los términos VOCACIÓN y PROFESIÓN.

- La vocación es el llamado personal de Dios a la persona para aliarse con El en la construcción de un mundo más justo y fraternal, para ser un actor en el propósito del establecimiento y extensión del Reino de Dios en este mundo y en la misma persona. La vocación da sentido a toda la existencia del hombre. Lo abarca todo.

- La profesión es una manera de vivir la vocación. La profesión, sin importar el estado de vida (célibe o casado) es una manera de «responder a» la vocación, es una forma de hacer visible, la propia vocación, el llamado de Dios. Por ello es necesario elegir la mejor profesión de acuerdo con la propia vocación.

Podemos decir por lo tanto que la VOCACIÓN es:
- Un llamado personal que Dios hace a cada uno de nosotros.
- Exige respuesta personal, libre y consciente, de quien atento a los signos del Señor, escucha.
- Tiene siempre un carácter de reino: Dios llama en la Iglesia y para el servicio de la comunidad.
La res sponsa era el símbolo del compromiso, lo que el esposo entregaba a la esposa en señal de compromiso con lo prometido.

La vocación como compromiso exige dar la vida, entregarla sin cálculo, generosamente, con la seguridad puesta en quien llama: “los dones y la vocación de Dios son irrevocables” (Rom. 11,29).
Frente a todo ello, resalta la necesidad de tener los ojos limpios (“la lámpara de tu cuerpo es tu ojo: si tu ojo es puro, todo tu cuerpo estará iluminado”) para ver a Dios, lo que quiere decir, tener una conciencia bien formada, tener hambre de la verdad de Dios para alimentar a quienes están en la oscuridad. Porque sólo respondiendo bien al llamado de Dios podremos rescatar a muchos corazones que no tienen luz, a muchas vidas que no tienen esperanza (“Quien me sigue no anda en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida”, Juan: 8, 12).

Todo lo anterior indica que la vocación es para dar frutos, para ser fecundos en vida interior y en el apostolado, en el servicio cristiano de dar la vida y ser solidarios con nuestros semejantes.
La vocación hay que pensarla siempre en términos de correspondencia, de ver que siempre es más importante lo que pone Dios que lo que ponemos los hombres.
Y el precio de la felicidad es la entrega, que exige sinceridad de vida, lealtad a Dios, piedad auténtica, una vida recta, laboriosidad alegre, vida interior serena, amor a la Cruz, esfuerzo por mejorar en las virtudes humanas, un sentido profundo de la filiación divina, y una conversión permanente al sentido sobrenatural de la vida cristiana.

Herramientas Básicas de la Vocación:
- Somos llamados a glorificar y adorar a Dios.
- Dios nos creó para vivir en comunidad.
- Dios nos creó para ser guardianes de la naturaleza.

Supuestos Básicos de la Vocación:
- Es Dios quien llama.
- Debemos ir juntos.
- Podemos ir lejos pero debemos saber por qué.
- Tenemos que ir, pues si no vamos, lo que resta es la muerte.

25 Ejemplos bíblicos de llamado – vocación
- Génesis 12:1-2 => Dios llama a Abram.
- Éxodo 3:4 => Dios llama a Moisés en medio de la zarza.
- Éxodo 19:20 => Dios llama a Moisés al monte Sinaí.
- 1 Samuel 3:10 => Dios llama al joven Samuel.
- Cantares 5:2 => Dios llama a su Iglesia.
- Isaías 6:8 / 41:9 / 45.4 / 49:1-3 => Dios llama a Isaías.
- Mateo 2:15 => El Padre llama a su Hijo de Egipto.
- Mateo 4:21-22 => Jesús llama a los hijos de Zebedeo.
- Juan 11:43 => Jesús llama a Lázaro de la tumba.
- Hechos 16:9-10 => Dios llamando a Pablo a Macedonia.
- Romanos 1:6-7 => La iglesia, llamada a ser de Jesucristo, a ser santa.
- Romanos 8:28 => Los llamados por Dios conforme a su propósito.
- Romanos 8:30 => Predestinados para ser llamados.
- Gálatas 1:15-16 => Dios llama a Pablo desde el vientre de su madre.
- Efesios 4:1 => Pablo nos exhorta a andar como es digno de la vocación con que fuimos
llamados.
- I Tesalonicenses 4:7 => Llamados por Dios a “santificación”.
- Hebreos 5:4 => Llamados al sacerdocio “Hebreos 5:4 Es un honor ser un sumo sacerdote,
pero nadie escoge por sí mismo este trabajo, sino que tiene que ser llamado por Dios, tal
como fue llamado Aarón. (PDT)
- 1 Pedro 1:15 => Llamados por Dios a ser Santos.
- 1 Pedro 2:9 => Llamados por Dios de las tinieblas a su luz admirable.
- 1 Pedro 5:10 => Dios nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo.
- Apocalipsis 3:20 => Dios llamando nuevamente a su Iglesia.
- Apocalipsis 19:9 => Llamados a la cena de las bodas del Cordero.

EL LLAMADO PRODUCE LO QUE ORDENA
Podemos decir que algunos son llamados. Y este llamado no es el mismo llamado general que todos reciben externamente en la predicación del evangelio. Es el llamado interno efectivo de la Palabra creadora y triunfante de Dios. Es el llamado de Jesús en la tumba de Lázaro. Él le dice a un hombre muerto “¡Lázaro, ven fuera!” (Juan 11:43). Y el llamado produce lo que ordena.
Esa es la diferencia entre el llamado externo, o general, que todos escuchamos cuando se predica el evangelio, y el llamado interno, o efectivo.
El llamado interno de Dios es soberano, creativo, es una voz indetenible. Crea lo que ordena. Dios no solo habla al oído y a la mente, habla al corazón. Nos llamó de las tinieblas a la luz, y de entre los muertos a la vida, por medio del evangelio; y nos dio ojos para ver y oídos para oír. Hizo que la luz de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo resplandeciera en nuestros corazones por medio del evangelio. Y creímos y abrazamos a Cristo como el Tesoro que es.

lunes, 13 de octubre de 2008

¡Muéstrame Tu Rostro!

Nuestros actos externos no pueden ser divorciados de los pensamientos de nuestro interior
Texto Bíblico base:
Mateo 5:1-12
Hemos estado considerando la progresiva restauración del ser humano cuando Dios irrumpe en su vida. En el texto de hoy, Jesús declara: «Bienaventurados los de limpio corazón pues ellos verán a Dios.»
Una vez más, vemos cuán alejado está todo esto de la vida religiosa, cuyo acento siempre recae sobre los ritos y comportamientos externos del ser humano. Con una vida disciplinada podemos impresionar a los de nuestro alrededor y dar la imagen de ser personas sumamente piadosas, pero a Dios no lo podemos conmover. El no mira la parte externa, visible del ser humano, sino que pesa los corazones. Aquello que está escondido a los ojos de la mayoría es lo que mayor valor tiene en el reino.

La limpieza de corazón se refiere a las motivaciones y los pensamientos que controlan gran parte de nuestro comportamiento. Es allí donde se debe cultivar la verdadera santidad. En esta ocasión Cristo iba a sorprender a las multitudes llevándolas a un plano que ningún otro maestro había logrado. Donde existía preocupación con el acto del adulterio, Jesús señaló que el origen del mal estaba en una mirada llena de deseos (Mt 5.29). Donde lo condenable parece ser el violento acto de homicidio, Jesús identificó el «inocente» pensamiento que dio origen a ese crimen (Mt 5.22). La implicación era clara: los actos externos no pueden ser divorciados de los pensamientos secretos del hombre interior. La santidad, que es el resultado de una actitud de sinceridad y pureza, se impone sobre el lugar donde yace la maldad en nosotros.

La recompensa enunciada por Jesús hace eco de las palabras del salmista: «¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño» (24.4–5). Del mismo modo, el autor de Hebreos exhorta: Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor (12.14). Una vida de pureza interior permite ver cosas que los impíos no pueden ver, pues el Señor es Santo y nadie que vive en un estado de impureza podrá contemplarlo a él.

Las palabras de Cristo nos llaman a una seria reflexión en cuanto a nuestra actitud hacia el pecado. La iglesia está poseída de una indiferencia con respecto a este tema que solamente podemos calificar de alarmante. Erróneamente creemos que nuestro mucho clamor es lo que producirá la manifestación de Dios en nuestro medio. Necesitamos volver a escuchar las palabras del profeta Isaías: «He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha endurecido su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios y vuestros pecados han hecho que oculte de vosotros su rostro para no oíros.» (59.2–3).

Lo invito a un momento de silencio. Déle permiso a Dios para que, por medio de este texto, hable a su corazón. «¡Límpianos, Señor! Examina nuestros pensamientos y purifica nuestros corazones. ¡Líbranos de los pecados que nos son ocultos! Así se haga.»


Producido y editado por Desarrollo Cristiano para
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