Siempre que Dios se muestra, llama la atención del hombre y todo alrededor pasa a un segundo plano. Cuando el hombre mengua, Dios crece.
En Isaías 6 encontramos un secreto para los adoradores de Cristo en la tierra. En este capítulo el profeta Isaías tiene su encuentro con el mismo Dios. Cuando la persona del Señor se manifestó fue en un ambiente de adoración y aparecen en escena los serafines, guardianes de la presencia que levantan sus voces diciendo: “Santo, Santo, Santo, Señor de los ejércitos toda la tierra está llena de Su gloria”.
En esta experiencia del profeta se unieron el cielo y la tierra a causa de esa adoración. Esto es lo que anhelamos en esta generación: una adoración que une el cielo y la tierra. Para eso debemos seguir el modelo de Dios para los adoradores que se mueven en lo sobrenatural.
En Isaías. 6:2 dice que los adoradores celestiales tienen dos alas que cubren sus rostros, dos que cubren sus pies y dos alas con las que vuelan. Todo esto tiene un significado muy importante para los que quieren hacer en la tierra como es hecho en el cielo.
Cuando Dios aparece tenemos que esconder nuestro rostro, si estos serafines que fueron creados para adorar tienen que cubrir sus rostros cuando resplandece la gloria del Padre imagínate nosotros que somos polvo.
A veces escuchamos gente emocionada que dice en los cultos: “La gloria de Dios esta aquí”. Puede ser, pero necesitamos tener claro que cuando Dios aparece el hombre tiene que desaparecer. El Padre no necesita de publicidad sino de reconocimiento. Siempre que hubo una teofanía (aparición de Dios) en la biblia, la reacción de cualquier ser humano que estuviera cerca fue postrarse, rendirse, esconderse, en el caso de Juan en Apocalipsis 1 dice que cayó como muerto. Son diferentes las reacciones pero siempre tiene que ver con una actitud de profundo respeto y reverencia.
Hemos visto a través de las últimas dos décadas una generación de cristianos con talento cuyo sueño es tener su linda carita en la portada de un CD o en los afiches de congresos, se preocupan mucho por su apariencia, aman las luces, los autógrafos, el status ministerial, el éxito material, la auto promoción, el reconocimiento pero ¿será que hay gente dispuesta a no figurar de forma literal (a menguar) sólo por el placer de que Él crezca, se manifieste, se muestre, brille? No hay problema con la fama, Jesús era famoso, pero un hijo de Dios debe saber el momento de desaparecer. Jesús hacía esto, cuando sentía que le iban a hacer Rey antes de tiempo, corría al monte, al secreto, a un lugar escondido.
Nuestro problema es que muchas veces dependemos de la imagen de un “hombre o mujer de Dios” que nos lleve a Dios. Nos gusta depender de alguien o que dependan de nosotros para algo. Pero esto no es bíblico, no hay mediador entre Dios y el hombre, solo Jesucristo hombre (I Tim. 2:5).
Creo que es el tiempo de un cambio de mentalidad urgente. Como ministros, somos solamente amigos del novio que servimos en un encuentro entre el Novio (Cristo) y la Novia (Iglesia).
“El que tiene la esposa es el esposo, mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido. Es necesario que Él crezca, pero que yo mengue.” Juan 3:29-30
Es como una pareja que está en su cena romántica a luz de velas, está en un restaurante donde hay una música de fondo para producir un clima agradable. La idea es que la música tocada y cantada sea sólo una herramienta para que la pareja se enamore y no para llamar la atención hacia los músicos o al cantante.
Imagínate que el cantante en el restaurante diga a la novia que tiene que hacer: -“Levanta tus manos, canta esto, dile a la persona que está a tu lado…, da un grito de júbilo!” ¡No tiene sentido! Nadie se acuerda del rostro del que tocaba y cantaba pero el objetivo fue cumplido.
Este es un adorador sin rostro, alguien que tiene su mayor placer en que Cristo abrace su iglesia en intimidad, alguien que no quiere distraer a la novia, que no llama la atención hacia el mismo, sino que facilita un ambiente propicio para que se logre el objetivo: Una generación apasionada por Jesús.
En Isaías 6 encontramos un secreto para los adoradores de Cristo en la tierra. En este capítulo el profeta Isaías tiene su encuentro con el mismo Dios. Cuando la persona del Señor se manifestó fue en un ambiente de adoración y aparecen en escena los serafines, guardianes de la presencia que levantan sus voces diciendo: “Santo, Santo, Santo, Señor de los ejércitos toda la tierra está llena de Su gloria”.
En esta experiencia del profeta se unieron el cielo y la tierra a causa de esa adoración. Esto es lo que anhelamos en esta generación: una adoración que une el cielo y la tierra. Para eso debemos seguir el modelo de Dios para los adoradores que se mueven en lo sobrenatural.
En Isaías. 6:2 dice que los adoradores celestiales tienen dos alas que cubren sus rostros, dos que cubren sus pies y dos alas con las que vuelan. Todo esto tiene un significado muy importante para los que quieren hacer en la tierra como es hecho en el cielo.
Cuando Dios aparece tenemos que esconder nuestro rostro, si estos serafines que fueron creados para adorar tienen que cubrir sus rostros cuando resplandece la gloria del Padre imagínate nosotros que somos polvo.
A veces escuchamos gente emocionada que dice en los cultos: “La gloria de Dios esta aquí”. Puede ser, pero necesitamos tener claro que cuando Dios aparece el hombre tiene que desaparecer. El Padre no necesita de publicidad sino de reconocimiento. Siempre que hubo una teofanía (aparición de Dios) en la biblia, la reacción de cualquier ser humano que estuviera cerca fue postrarse, rendirse, esconderse, en el caso de Juan en Apocalipsis 1 dice que cayó como muerto. Son diferentes las reacciones pero siempre tiene que ver con una actitud de profundo respeto y reverencia.
Hemos visto a través de las últimas dos décadas una generación de cristianos con talento cuyo sueño es tener su linda carita en la portada de un CD o en los afiches de congresos, se preocupan mucho por su apariencia, aman las luces, los autógrafos, el status ministerial, el éxito material, la auto promoción, el reconocimiento pero ¿será que hay gente dispuesta a no figurar de forma literal (a menguar) sólo por el placer de que Él crezca, se manifieste, se muestre, brille? No hay problema con la fama, Jesús era famoso, pero un hijo de Dios debe saber el momento de desaparecer. Jesús hacía esto, cuando sentía que le iban a hacer Rey antes de tiempo, corría al monte, al secreto, a un lugar escondido.
Nuestro problema es que muchas veces dependemos de la imagen de un “hombre o mujer de Dios” que nos lleve a Dios. Nos gusta depender de alguien o que dependan de nosotros para algo. Pero esto no es bíblico, no hay mediador entre Dios y el hombre, solo Jesucristo hombre (I Tim. 2:5).
Creo que es el tiempo de un cambio de mentalidad urgente. Como ministros, somos solamente amigos del novio que servimos en un encuentro entre el Novio (Cristo) y la Novia (Iglesia).
“El que tiene la esposa es el esposo, mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido. Es necesario que Él crezca, pero que yo mengue.” Juan 3:29-30
Es como una pareja que está en su cena romántica a luz de velas, está en un restaurante donde hay una música de fondo para producir un clima agradable. La idea es que la música tocada y cantada sea sólo una herramienta para que la pareja se enamore y no para llamar la atención hacia los músicos o al cantante.
Imagínate que el cantante en el restaurante diga a la novia que tiene que hacer: -“Levanta tus manos, canta esto, dile a la persona que está a tu lado…, da un grito de júbilo!” ¡No tiene sentido! Nadie se acuerda del rostro del que tocaba y cantaba pero el objetivo fue cumplido.
Este es un adorador sin rostro, alguien que tiene su mayor placer en que Cristo abrace su iglesia en intimidad, alguien que no quiere distraer a la novia, que no llama la atención hacia el mismo, sino que facilita un ambiente propicio para que se logre el objetivo: Una generación apasionada por Jesús.
Por Marcos Brunet - © 2009
www.tomatulugar.com
Edición - José Rueda
1 comentario:
Me parecio de gran Bendicion!!!
Hsta hace unos meses tambien soñaba con la fama y con tener un Cd con una hermosa caratula... me decia a mi misma "Si Lilly Goodman y Marcos Witt tienen uno ¿Por que yo no? " pero hoy comprendo que el hombre es mas grande delante de Dios en cuanto mas se humille en la intimidad, y que no somos adoradores para robarnos la Gloria de El.. Somos adoradores porque dirigimos la Gloria a El..
Hay que alertar a la iglesia y sus ministros! estamos cometiendo muchos errores en cuanto a para quien debe ser la gloria! no quiero Vanagloria... Eso fue lo que echo a perder a Lucifer.. y eso es lo que echara a perder a muchos..
Dios te Bendiga! y Gracias!
Gracias por permitir que Dios te usara para escribir semejante Revelacion!
Kelly Castellanos
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