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viernes, 19 de febrero de 2010

EL SÍNDROME DE LA ATENCIÓN EN EL HOMBRE


¿Por qué no debiéramos siquiera aceptar una cantidad moderada de “personajes” importantes en la iglesia? Al fin y al cabo habitamos en la tierra, no en el cielo. Simplemente porque NO HAY “personajes” o “gente importante” en la Iglesia de Cristo. Precisamente Cristo es la CABEZA, es el único personaje o la única persona IMPORTANTE en la Iglesia.

JASON UPTON comentó lo siguiente:
"Tratar de ser como alguien diferente a Jesús es el principio al pecado" Algunos de nosotros debemos tener el coraje de seguir a Jesús sin saber para donde vamos, sin copiar a nadie más, sólo seguirlo a EL porque solo EL conoce el camino. Si seguimos tratando de hacer como Jacob, entonces seremos como el, que salió de la habitación de su padre y vivió el resto de su vida sabiendo que su padre realmente nunca lo bendijo.
Estar quietos para conocer a Dios, conocer a Dios para ser, para pertenecerle, para creer, para comportarse como hijos, para ser amados. Esperar que el nos desarrolle, no copiar a otros. Copiar a otros asesina nuestra creatividad. Ser como EL y no como los demás.


1Co 3:5 ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor.
1Co 3:6 Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.
1Co 3:7 Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.

Todo rendimiento viene de Dios, sin el cual somos incapaces de lograr cualquier cosa de valor espiritual. El síndrome de la atención en el hombre, sin embargo, tiende a indicar todo lo contrario: Que algunas personas son extremadamente talentosas, dotadas y que se les debe dar gran realce.

El rol del hombre en la obra de Dios ha sido siempre un área que el enemigo ha querido atacar, aun más en nuestra época.

EL ERROR DE LA IGLESIA y LO QUE BUSCA EL HOMBRE COMÚN
Lo primero que notamos al examinar de cerca el síndrome de atención en el hombre es la gran similitud entre la iglesia y la industria del espectáculo. El espectáculo mundial busca el hombre más conocido y la estrella más famosa para que un proyecto tenga éxito. Lamentablemente, a menudo, la misma verdad se aplica en la iglesia. Al crear eventos cristianos buscamos los artistas y predicadores más conocidos para que el evento tenga éxito.

Esto no quiere decir que aquellos que atraen multitudes cristianas no sean servidores verdaderos de Dios, ni que no puedan ser usados por EL. Pero intentamos enfocar nuestra atención en la preeminencia de las Sagradas Escrituras por encima de la influencia del pensamiento postmodernista dentro de la iglesia de Cristo.

Se ha caído en un error común en el pueblo de Dios que si la iglesia cuenta con hombres y mujeres famosos, que puedan figurar en los titulares y en el noticiero de la noche como lo hacen los personajes del mundo, el reino de Dios es engrandecido. Dondequiera que la gente no entiende el principio de la supremacía de Cristo en comparación con la debilidad del hombre, encontrará a personas en busca de héroes. La gente busca ser reconocida o bien encontrar a una persona conocida que puedan admirar. Es urgente recordar a Pablo cuando escribe:

Eph 1:19 y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza,
Eph 1:20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,
Eph 1:21 sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero;
Eph 1:22 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
Eph 1:23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

El deseo de ser exaltado y de ser el centro de atención es lo que provocó la caída de Lucifer:

Isa 14:12 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones.
Isa 14:13 Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte;
Isa 14:14 sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.

No hay lugar para la ambición o el enfoque excesivo en el hombre que sirve a Dios. Lucifer deseaba ser como el Altísimo, no para ser justo y santo como EL, sino más bien para tener “PODER y GLORIA” como EL. Este es el espíritu que se percibe en la mayoría de ministerios en auge contemporáneo dentro del cuerpo de Cristo.
A veces, ellos dicen todas las palabras correctas y hacen todos los gestos correctos, pero ya no con la motivación pura de “santificar” SU nombre, es decir, hacer brillar su nombre, tampoco se pretende el establecimiento de SU reino y menos el hacer SU voluntad en el desempeño y desarrollo de sus ministerios.
Lo que si podemos evidenciar es una búsqueda y ambición para conseguir gloria, reconocimiento, ganancia y éxito personal. Las palabras y las acciones pueden ser idénticas, pero la realidad espiritual está a un mundo de distancia. La iglesia debe despertar y tener discernimiento, como también recordar que Jesús dijo que estaría con nosotros todos los días hasta el fin del mundo si lo hacíamos famoso a EL y no a nosotros mismos.

EL CRISTIANISMO SUCUMBIENDO ANTE EL HUMANISMO
Cuando la intención se sitúa en la popularidad, la condición, la habilidad o la posición percibida por cualquier persona en la Iglesia, deberíamos estar conscientes de que allí podría haber segundas intenciones, ya sea de parte del “escogido” mismo, o de aquellos que lo han enaltecido en sus mentes. Este síndrome de la atención en el hombre provee una tierra fértil para el entretenimiento, el espectáculo y la diversión de los sentidos que en lugar de glorificar al Padre vigoriza el creciente hedonismo cristiano en el mundo.

Los “artistas” cristianos deben recordar que en el reino de Dios, el Rey de ese reino siempre será primero, jamás será segundo. Todos los demás son número dos. No hay lugar para listas “TOP 10” en la casa del Señor. Esto no es otra cosa que humanismo disfrazado de CRISTIANISMO ACTUAL. Este antídoto es urgente para la Iglesia postmoderna, que participa conscientemente del consumismo, del cristianismo light, del ministerio pragmático, del individualismo y de la adoración icónica, visual, sonora y emocional. A miles de cristianos en el mundo actual ya no les interesa “que dice Dios” sino como estuvo el culto, como estuvo el concierto, que sentimos, que tremendo estuvo todo etc. La infalibilidad y autoridad de las Sagradas Escrituras han sido desplazadas por el imperio de lo audiovisual en la Iglesia de Cristo.

Esta tendencia de ministerios que despliegan un arsenal de estrategias de mercado y explotan a su antojo los diferentes medios de comunicación, aprovechan la ignorancia del pueblo porque las masas que los siguen no se dan cuenta que como único organismo vivo capaz de producir cambio y transformación en la sociedad estamos sucumbiendo ante el imperio del pluralismo espiritual, el utilitarismo eclesial, el hedonismo cristiano, el individualismo narcisista y neoliberalismo ministerial.

El hombre tiene un papel en la obra de Dios, es único pero es SECUNDARIO. El papel protagónico es de Cristo. La perspectiva de nuestra propia condición en el reino de Dios, es decir, nuestra efectividad en el servicio, cómo nos ven los demás, la gloria y atención que recibamos o no, etc. es siempre un área de atención delicada entre los hombres y mujeres en la obra de Dios. Una atención mal enfocada aquí, hasta entre las personas “más espirituales”, puede disparar la antigua motivación de Lucifer, y destruir totalmente el plan de Dios para la vida de alguien.

Siempre que se comunica la Palabra de Dios hay circunstancias, situaciones y gente involucradas que llaman la atención. Es muy fácil enfocarse en el método de comunicación o más particularmente en el comunicador, en lugar de enfocarse en el mensaje mismo. ¿Los diseñadores de moda y managers de imagen de los artistas cristianos contemporáneos se atreverían a crear una nueva línea de jeans de pelo de camello con correa de cuero de rata del desierto para sacar provecho económico de la popularidad de Juan el Bautista?
Cuando Elías tisbita dio el mensaje del Señor a los mensajeros del rey Ocozías, es interesante que el rey Ocozías no identificó al profeta por el mensaje que este le dio de parte de Dios sino por la ropa que el profeta vestía.

2Ki 1:7 Entonces él les dijo: ¿Cómo era aquel varón que encontrasteis, y os dijo tales palabras?
2Ki 1:8 Y ellos le respondieron: Un varón que tenía vestido de pelo, y ceñía sus lomos con un cinturón de cuero. Entonces él dijo: Es Elías tisbita.

PREGUNTAS QUE DEBE HACERSE LA IGLESIA
Lamentablemente siempre ha habido una tendencia de fijarse más en la apariencia y las circunstancias externas que en la misma Palabra de Dios. Uno pensaría que Ocozías pudiera haberle reconocido al mirar su propia situación a la luz de esta palabra profética, ya que sabía que Elías era un profeta de Dios. La primera pregunta que debemos hacernos para evaluar esta realidad progresiva dentro de la Iglesia es: ¿A qué le vamos a dar prioridad, a SU mensaje o a la apariencia del mensajero? El resultado de mirar al hombre será una gran cantidad de acciones y reacciones con poco o ningún valor espiritual real.

Lo único importante en la vida de Elías y de Juan el Bautista era “QUIÉN LOS HABÍA ENVIADO” y el mensaje que cada uno de ellos recibió para hablar a los demás. Dios no llevó a Juan al desierto para que rompiera algún record de asistencia a las dunas. Estaba ahí para hacer la obra de Dios. El Señor dijo. “Yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí”. Lo único importante de la obra de Juan el Bautista fue el llamado al arrepentimiento que transmitía al pueblo de parte de Dios.

La Iglesia de Cristo debe hacerse otra pregunta: ¿Qué salimos a ver? ¿Cuál es el foco de nuestra atención al congregarnos, hacer conferencias, conciertos, seminarios, grupos de oración, de hogar, etc.? ¿Es sólo para ver a Jesús y para oír su palabra? ¿O nos hemos ocupado indebidamente con el estilo y los atributos de los hombres y las mujeres que El ha escogido como mensajeros? ¿Lo que nos atrae es la Palabra pura de Dios o la elocuencia y carisma del mensajero, su estilo, su talento musical o cualquier otra cosa que pudiera atraer a una muchedumbre?

Con frecuencia se sobrevalora la importancia de los mensajeros. Si contamos con un orador o cantante solicitado podemos llenar templos y auditorios hasta el borde. En cambio si anunciáramos que la única característica de cierta reunión es que los presentes tendrán comunión íntima con Jesús, quizás no tendríamos que preocuparnos acerca de tener suficientes puestos de estacionamiento ni un recinto lo suficientemente amplio para la muchedumbre amontonada. El mundo, no conociendo a Dios en su poder y gloria, verá siempre “gente importante” como el foco de atención. Pero es una tragedia absoluta cuando la Iglesia cae en la misma trampa.

El tema de quién es el más importante entre los hombres siempre será un delicado tema en tanto que haya hombres y mujeres en la tierra con tentaciones de la carne. Solo recordemos el caso de los discípulos en Marcos 9: 33-34

Mar 9:33 Y llegó a Capernaum; y cuando estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?
Mar 9:34 Mas ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre sí, quién había de ser el mayor.
Mar 9:35 Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.

La iglesia se ha llenado con un sin número de preguntas innecesarias: ¿Quién es más popular? ¿Quién tiene la Iglesia más grande? ¿Quién es el orador más elocuente? ¿Quién escribió el libro de mayor venta? ¿Quién tiene la canción N°1? ¿Quién recibe las ofertas más grandes? ¿Quién se ve bien en televisión? ¿Quién recibió el Gramy este año? ¿Quién atrae la mayor cantidad de personas? Hasta preguntamos: ¿Quién gana más almas? Respuesta: ¡A quién le importa! Ciertamente a Dios no porque sencillamente esto es el reflejo de la inmadurez y candidez de una Iglesia que crece en número pero sufre de anorexia por la Palabra de Dios y adolece de la acción correcta frente a la instrucción Divina. Fijar la atención en el hombre es un pecado que tiene que ser tratado a través del arrepentimiento.


CONTINÚA….

¡LA COMPETENCIA! Una gran expresión del síndrome de fijar la atención en el hombre.

En el amor de Cristo,
FAMILIA RUEDA ARDILA

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